2020(e)ko ekainaren 29(a), astelehena

Carta al alumnado indebidamente despedido. ¡Adiós al alumnado de 4º!

"Nos dirigimos respetuosamente al alumnado de 4º de DBH y 4º de la ESO para notificarle que a partir de hoy el instituto ha decidido prescindir de sus servicios, debido a que ya ha excedido la edad que le permite utilizar sus instalaciones y a que sus conocimientos académicos superan en calidad y cantidad  a los que este centro puede ya ofertarle".





Sí. Es un carta de despido. Horrible. No es una carta de despedida. Porque, muy a nuestro pesar, os estamos despidiendo en este atípico año con la peor de las acepciones de la palabra despedir “hacer que una persona deje de tener su función y sitio que ocupaba en una organización”.

Y es cierto que realmente queríamos despediros, sí, pero en su sentido más amable y sentido: “decir adiós o dirigir una palabra, expresión o gesto de cortesía a otra cuando se separan o cuando una de ellas se va”.

Aún podríamos ir más lejos porque hasta esa definición resulta fría para expresar lo que realmente querríamos haber hecho en vuestra despedida de la escuela e instituto de Roncal. Qué menos que compartir unas horas recordando viejas anécdotas, viendo y riendo con vídeos y fotografías antiguas, quizá cerrando alguna pequeña herida o malentendido con esa profesora o con ese compañero… Y, sobre todo, hablando, mirándonos a los ojos, sonriendo y, también, por qué no, algún abrazo sincero y agradecido, y… hasta alguna lágrima.

Creo que hemos expresado con suficiente claridad las enormes ganas que teníamos de ofreceros una despedida digna, aunque al hilo de los recuerdos que hemos mencionado nos preguntamos también si no ha habido, en algunas ocasiones al menos, razones para el “despido”.

Ahí tenemos a Ander preparando una especie de salchichas en clase: despedido. Aunque cómo negar una despedida a un alumno que es un artista en potencia, un filósofo en contrucción y un estudiante capaz de hilar el contenido de una clase de hace dos años con lo que le estás explicando en este momento (cuando además lo creías totalmente despistado ahora y hace dos años).


A Beñat se le podría haber despedido por desordenado. Sí, por qué no. Pero lo cierto es que a un pariente de un presidente de los Estados Unidos de América se le perdona casi todo. Y más aún cuando a lo largo de estos años nos ha dado más de un ejemplo de valores humanos de los que nos ha hecho sentirnos orgullosas y orgullosos, porque de lo que no hay duda es que de estas aulas sale una gran persona que se merecía otro tipo de despedida acorde con su valía.






También Carla se pudo haber ganado su despido. Llegar a Roncal sin saber esquiar y en dos días hacerlo mejor que el resto… Cuesta pasar por alto algo así. Ahora bien, quien tiene la empatía de Carla y, su capacidad de trabajo lo que se merece es una sentida despedida, porque no es fácil contar con una alumna tan buena, tan capaz y con tanto potencial como Carla.


¿Ienego despedido? Sí, claro. Por su irracional afición por Osasuna, incluso en Segunda División, por ejemplo. Lo malo es que una vez despedido el grupo hubiese perdido el punto teatral de cada clase, y también ese toque casero y familiar que aportaba con su actitud; sin olvidar sus comentario incisivos y polémicos, pero bien razonados, en esta y en aquella asignatura.

Con Imanol lo imposible hubiera sido comunicarle su despido oralmente. No nos cabe la menor duda de que si alguna directora hubiese pretendido tal cosa, tras escasos cinco minutos de charla, no solo se habría dado cuenta de lo improcedente del despido, sino que, además, ella misma habría presentado su dimisión irrevocable. En todo caso, una auténtica lástima no haberle ofrecido una buena despedida a Imanol en la que sus propias palabras, o incluso su discurso, habrían supuesto el punto culminante del acto.

Naroa, en cambio, sí que se tenía ganado el despedido ya que resulta preocupante que tras años rodeada de fútbol y futboleros siga sin ser capaz de dar una patada al balón y sin poder seguir una conversación sobre el último partido de Osasuna.  Ahora bien, lo suyo en realidad es un auténtico ejemplo de paciencia y resiliencia, solo explicable por su inagotable energía interna, ganas y capacidad de trabajo y por sus convicciones. Hay algún profesor que desde que la conoce revisa todos sus textos para comprobar que ningún alumno ni alumna, profesor o profesora se sienten obviados en el texto.







En estas estamos, en una despedida que sabe a despido. En un año en el que además, el coronavirus no solo se ha llevado por delante vuestra bien ganada despedida, sino que también os ha robado el viaje de estudios, que era el broche de oro de vuestra convivencia de tantos años antes de que cada uno y cada una tomase un camino distinto.


El profesorado nos quedamos con vuestro recuerdo y con vuestro buen hacer; y deseamos de todo corazón que de nosotras y nosotros os llevéis también algo más que os lo que hemos enseñado desde libros y pantallas.



Desde estas líneas Naroa, Imanol, Ienego, Carla, Beñat y Ander nuestro abrazo más cálido y sentido, y todo lo duradero que queráis, porque no hay distancia social capaz de detener todo el cariño que os quieren acercar las palabras de esta carta.

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